Esta madrugada ha fallecido, en su casa- estudio en la antigua Cd. De México, Ana Luisa Rosas Castañeda ( Cd. México, 1983), apasionada artista visual e insaciable investigadora, a la edad de 72 y dos años.
Desde temprana edad mostró las dos cualidades que la caracterizaran durante toda su vida: un insaciable cuestionamiento a cualquier fenómeno que le causara curiosidad y fascinación, por lo que ella siempre, entre bromas, se reconocería como una chismosa en potencia, y su pasión por las artes plásticas y visuales, que la llevó a dedicar toda su existencia a la producción e investigación en este campo del saber humano. Su infancia y adolescencia se desarrolló durante las dos ultimas décadas del caótico siglo XX y su juventud a principios de un nada alentador siglo XXI.
En los primeros años del siglo XXI, ingresa a la licenciatura en Artes Visuales, reconociendo y desarrollando, ante todo, las herramientas y conocimientos necesarios para su desarrollo profesional, al mismo tiempo que germinaba lo que seria su lenguaje y su postura ante la creación artística, postura que adquirirá mayor consolidación y carácter durante sus estudios consecutivos de Posgrado y su constante investigación-producción.
Dedica, sin interrumpir su investigación, quince años a la docencia en la institución que la forjó, impartiendo Historia de Arte, Teoría del Arte y Taller de Experimentación Pintura. Posteriormente, con el apoyo de amigos y colegas, conforma el CDI (Centro de Desarrolló Interdisciplinar), espacio creado para impulsar el desarrollo intelectual de niños y jóvenes talento de bajo recursos, participando en área de artes visuales a través de los talleres Taller de Pintura Figurativa y Taller de Medios y Lenguajes Artísticos, asumiendo la dirección de 2030 al 2034 y del 2051 al 2055.
Hacia finales de la tercera década del siglo XXI, en un evidente agotamiento, opta por desacelerar el ritmo de su vida, realizando así un largo viaje a todos aquellos lugares que en juventud deseo conocer, viaje que nutrió y revitalizo su espíritu y su visión, que a su regreso a los Estados Méxicanos le lleva a realizar una intensa y muy fructífera investigación, de la cual surge la obra que actualmente figura como la cumbre de su propuesta.
Rosas Castañeda, siempre reconoció cierta inutilidad o a la hora de poder explicar ordenada y lógicamente su propuesta, tanta era su emoción al referir lo suyo, su visión ante su universo creativo y la conexión que tenia con el mundo, que torpemente las palabras se alborotaban en su boca llegando un momento que nada parecía tener sentido o las ideas se escapaban a un lugar que ya solo pertenecía a la artista, sin embargo, poseemos, ahora en retrospectiva, años de dedicación y trabajo, no en busca de fama y reconocimiento por parte de lo que en ocasiones sarcásticamente ella refería como el mundillo del arte, sino ante una necesidad vital. Su obra es el cuerpo, materia de aquello que a su mente constantemente seducía.
Amante y admiradora del Arte surgido en la era de la Mimesis y nutrida por las estrategias apropiasionistas de la Posmodernidad y el Neobarroco, no como modas o corrientes, sino como actitudes de vida y creación, sus obras incansablemente exploran y se desarrollan en la hibridación de campos, de medios, recursos, e inclusive lenguajes, que en un inicio encontró rechazo ante una postura hostil en el Arte que aun guardaba con mucho recelo el trabajo disciplinario, junto a una sobre valoración de los medios plásticos que se conformaron y institucionalizaron en el desarrollo de la Modernidad, pero que en mismo desarrollo de la actividad artística, en manos de un numeroso grupo de artistas e intelectuales, logro más que superar, conciliar; ante lo cual es rasgo esencial, en su obra, el dialogo entre pintura y escultura. Para ella, lo que visualmente se exponía en la obra, el tema, era el recurso para exponer verdaderamente el motivo de su investigación y constante experimentación: La materia como lenguaje, “es allí donde uno asume su gesto, es en la elección y el tratamiento donde nos evidenciamos, es el cuerpo de toda creación, es el cómo”.
Sus últimos años, la paso realizando una producción esencialmente intima, liberada de las exigencias, las miradas y la critica, volcó de la manera más humilde y sincera años de experiencia, trabajo y vida...
Fue acreedora de diversos reconocimiento, por su producción artística, entre ellos la Bienal FEMSA, la Bienal de Arte Actual Iberoamericano y la entonces joven Bienal Euro.
El CDI, figura actualmente como centro educativo de primer nivel para el desarrollo de investigadores con una visión integral y humana y en su reconocimiento se ha ha conformado el programa de becas que lleva su nombre, becas destinadas a los jóvenes artistas emergentes tanto de la institución como de otros espacios educativos.
El día de hoy me es un honor dedicar este espacio y palabras para recordar a una amiga, maestra y colega entrañable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario