A consideración planteo las siguientes interrogantes ¿Por qué justamente Saturnino Herrán? O en su defecto, si es tan relevante para el Arte Mexicano ¿por qué justo ahora, después de ser un tanto ignorado, pues se le saben solo tres exposiciones retrospectivas, la de 1918, 1948 y la de 1987, decidieron que era idóneo para ser re- valorado?
Resulta de lo más evidente el motivo el por qué ahora el considerado “ precursor del Muralismo Mexicano y fuente de inspiración del Arte Mexicano” es reencontrado, re- valorado y expuesto a los ojos de los extranjeros que se pasean por la Cd. de México y a todo aquel mexicano que, o siente cierto interés por el arte y las expresiones culturales de su tierra, o que en un intento positivista y a veces desalentador, de niños de educación básica que son mandados con el aliciente de la tarea, para que obtengan un tanto de sensibilidad y civilidad a través de las artes; y dicho motivo sin dudarlo y bien patrocinado y anunciado es la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de Revolución Mexicana.
Herrán, quien murió de manera demasiado prematura, dejándonos en la incertidumbre de aquello que hubiese logrado en un periodo más prolongado de práctica pictórica, se desarrollo en el contexto pos-revolucionario donde, entonces más que nunca, se necesitaba formular el espíritu del SER mexicano, que diera unidad la compleja red social del territorio mexicano. Y en miras de tener doscientos años de suponerlos independientes, sera de la colonia española pues es dudoso que seamos independiente a las políticas económicas e ideológicas extranjeras, y cien de que se propusiera un proyecto social nacional mediante distintas y variadas propuestas; se sigue buscando y tratando de tipificar aquel SER mexicano que nos de unidad identitaria e impacto mundial. Ya esta búsqueda tiene sus antecedentes en el proyecto porfiriano, que por un lado deseaba modernizar a la nación a través de la adopción del modelo de la entonces cuidad ejemplo de la modernidad: París, también en un animo romántico, impulso el re descubrir la herencia ancestral y la materialización de un espíritu nacional de lo mexicano a través de las tradiciones y el folclore popular de la tierra mexicana. Con la fractura suscitada durante la Revolución, situación natural después de cualquier conflicto armado, el estado mediante sus posibilidades, continuo con el proyecto de edificar la identidad nacional, considerando a la cultura y las artes como aquello que puede dar cohesión a una sociedad, tal y como lo llega a mencionar Daniel Bell (Las contradicciones culturales del capitalismo. Alianza Editorial 1977). Las artes, y ante todo la pintura mediante sus métodos y recursos: color, textura, composición, imagen; tienen la posibilidad para materializar y transmitir (e inclusive en casos imponer) algo tan complejo como el sentimiento e identidad nacional. Es evidente en la obra de Herrán la construcción desde su mirar del SER mexicano, visión que es la antesala de lo que años después sera conocido como el Muralismo Mexicano. Su obra guarda en si misma el espíritu de modernidad a través de los aplomos académicos y a la vez la reivindicación del pasado que no solo debe ser un recuerdo nostálgico, sino parte activa del desarrollo y sustento de la identidad de una nación, la incorporación de la cotidianidad y sus personas.
No es de extrañar ni sorprenderse el que se propusiera a Herrán como el icono idóneo que represente a el arte mexicano en el contexto de la celebración de los momentos cruciales que idearon concretar un proyecto de nación, pues es en su obra donde mediante el lenguaje de la pintura y la gráfica, se comenzó a materializar la visión del mexicano, visión que se ha ido edificando a través de un siglo y que ahora inunda nuestra imaginación.
Igual pudiese decir que junto a él hay quien merezca ser el idóneo, sin embargo, no podemos ignorar las necesidades del actual estado mexicano... Herrán pinto para que se sintiera grandeza, fascinación, identificación, pues a través de sus ojos seguro era lo que sentía, seguro que le preocupo la situación del México pos- revolucionario, pero por lo que nos deja entre ver, estaba más convencido en exponer lo bueno que lo malo.... en vez de mostrar miseria , mostrar trabajo y orgullo... Así son sus mujeres y sus indígenas... orgullosos e imponentes. Ahora, estamos en un punto, si quieren llamarlo espiritual, en que nos sentimos parte de nada y a la vez necesitamos ser parte de un inmenso todo... Así es más difícil poder concretar acciones en común. En que nuestras nuevas generaciones encuentra mas identificación y construyen su anhelo en el extranjero... en un momento en que podemos creer en todo, menos en nuestra capacidad como país, nación, raza, o como mejor nos queramos llamar, y en la capacidad de nuestro estado para seguir andando. Bajo esta realidad, recurren a la obra de Herrán en un intento de que nos miremos con otros ojos.
Por la desmoralidad que reina en México, llegamos a asumir que todos aquellos que están en el poder son malos por naturaleza, sin embargo presiento que se sigue intentando aquel proyecto iniciado casi hace cien años, pero por la mala fe ya sembrada y un no saber como abordar la problemática y anteponer otros intereses primero, todo queda a medias. Sí, es cierto , nuestra institución cultural tiene sus grandes deficiencias y contradicciones, por un lado, sabe reconocer en artistas como Herrán u Orozco la posibilidad de ser medio para conformar una cohesión social (pues es uno de sus intereses), por lo cual reconoce, que la producción y el acervo artístico de un país es un medio útil para consolidar algo (esto depende que espere cada persona del arte) , sin embargo no sabe apostar por los nuevos artistas, es un estado que le teme a lo desconocido y prefiere apostar y patrocinar aquello que sabe en que aguas anda o bien artistas contemporáneos que ni siquiera los agentes del estado a sabido reconocer, sino aquellos que reconoce el extranjero. En este sentido la retrospectiva a Herrán, sin desearlo entra en esta frustrarte situación... el estado quiere explotar, pero ya no apoyar... quiere que a través de su obra encontremos y miremos nuestro SER mexicano, pero no permite, a través de la falta de apoyo, que se siga construyendo el SER mexicano a través de las nuevas generaciones de artistas e intelectuales.
Por último es interesante resaltar el espacio donde se lleva a cabo la exposición, el mítico Palacio de Bellas Artes, donde no me parece errónea la decisión, sino bastante justa, ya que el recinto fue ideado en su contexto, y bien alberga aquello de lo que se le ha considerado precursor, muy a diferencia de otras exposiciones donde su espacio no es el idóneo; sin alarde, pero en un verdadera fascinación por la pintura de Herrán, estas tienen la presencia del bastión de mármol.
Aunque se ha discutido en mucho las estrategias que los museos proponen para “volver más accesible” la apresuración artística a cierto estrato de la sociedad, sobre todo a los niños, muy en lo personal no considero como un error los espacios lúdicos que se proponen, de echo son estrategias que algún impacto prepositivo han de hacer en los niños. El museo tradicional es hostil frente al natural ser de un niño, e inclusive el adolescente promedio, y no es posible negarles el acceso a la cultura; de echo invitan a que se intente no solo a mirar, sino a observar desde los ojos de un creador.
En cuanto a la museografía, no presiento gran problema, son obras que no necesitan más que ser expuestas, lo único reclamable es la iluminación, desde ciertos ángulos no se pueden ver algunas obras y esto no es por que el oleo a través de su materialidad ( el aceite ) obligue al espectador que se mueva y descubra aquello que el charolazo no le permite ver, esto lo provoca una mala iluminación.
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