viernes, 5 de marzo de 2010

FLORES PARA JOSEPH KOSUTH
“¿UNA CRUDA REALIDAD?”

Hablar de la realidad o mejor dicho de las realidades es también hablar de contextos: el de la pieza propia, el del lugar donde se exhibe, el del autor. Y cada uno de estos contextos nos lleva a diferentes situaciones y circunstancias que convergen en un mismo tiempo y espacio, denominándole así “realidad-es”.

El contexto del autor lo encontramos principalmente inscrito en un ámbito académico que comparte con otros jóvenes pintores en el Seminario de Investigación y Pintura Contemporánea de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde la producción de sus trabajos la ha complementado con la participación en diferentes concursos y exposiciones, como es el caso de la muestra colectiva “De Cuerpo al Cielo. Pintura y Espacio” (2008) que aconteció en la galería de la Facultad de Artes de la Universidad Veracruzana en la cual, sus pinturas las derivó con el dibujo hacia los muros de la galería usando la fotografía, acetatos y un proyector. También su contexto ha estado fuera de los recintos universitarios con otras agrupaciones haciendo intervenciones audio- visuales, como por ejemplo con el colectivo multidisciplinario “La Trinchera” y el dueto de rock de cámara “la Perra”. Esto lo ha llevado a experimentar y reflexionar con la imagen fotográfica en movimiento y el dibujo digital proyectado en diferentes espacios a la par del sonido y la música en tiempo real. Estos tres elementos contextuales nos dan una primera referencia de “la realidad” en que este pintor se desenvuelve en este momento.

El segundo contexto que quiero mencionar es el del lugar donde en este momento se encuentra expuesta “Flores para Kosuth”. “el tiempo de la Pintura” es la muestra colectiva de los pintores participantes en el Seminario de Pintura que dirigen los maestros Diana e Ignacio Salazar. En esta exposición los participantes presentan de dos a cuatro piezas, teniendo un total de 24 obras. La muestra tiene dos elementos compositivos que la unifican: el formato cuadrado y la escala de 150 x 150 cm. Por la parte temática cada expositor continuó desarrollando lo que venía haciendo desde años atrás a excepción de Manuel que comenzó a trabajar con planteamientos propios del cuadrado. Así, esta exhibición queda como uno de los resultados del seminario y un referente para la comunidad de la ENAP.
Por otro lado, una segunda vertiente de este mismo contexto de lugar es justo la ENAP, que muy cerca de su plantel de Xochimilco (que en lengua originaria significa “lugar de la flores” y tal vez sea esta la razón por la cual está escrita la palabra “Xochitl” en la pieza) se encuentran mercados de flores muy próximos. A lo mejor si la ENAP estuviera en la parte oriente de la Ciudad de México (ENAP-Iztapalapa, por ejemplo) donde hay muchos deshuesaderos de automóviles y si Manolo viviera cerca de uno de estos cementerios de coches, la pieza no se llamaría “Flores para Joseph Kosuth” sino, “Mofles para Joseph Kosuth” y tendría otras connotaciones.
La ENAP con su larga tradición (228 años) en la enseñanza y formación de artistas y diseñadores y como una institución universitaria es un lugar que ofrece excelentes oportunidades para la creación y desarrollo del conocimiento y espacios para la difusión de diferentes manifestaciones culturales y artísticas, tal es el caso de la galería Luis Nishizawa que alberga en estos momentos las “Flores para Kosuth”. Esta galería es la principal sala de exposiciones de la ENAP-Xochimilco, la cual ha recibido diferentes tipos de muestras colectivas e individuales tanto de estudiantes como de profesores de la misma escuela como de fuera. La galería, recientemente remodelada, tiene diferentes características físicas: tres alturas, iluminación dirigible con intensidad controlada, adaptación para crear muros falsos, apertura para trasformar el color de los muros y cuenta con un patio al aire libre, además de ser muy amplia y con una estética contemporánea, y junto con una museografía idónea, se convierte en un espacio de recepción muy favorable para la exhibición de trabajos artísticos.
De esta manera la “el tiempo de la Pintura”, Xochimilco, la ENAP y la Universidad conforman estas realidades de ubicación y de espació de la pieza.

El tercer y último contexto que quiero abordar es el de la pieza misma. Esta obra tiene una fuerte relación con su título: “Flores para Joseph Kosuth”. Se trata de un homenaje a este artista y a lo que planteaba. Kosuth, formado en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York y en la Nueva Escuela de Investigación Social (en estudios de antropología y filosofía) tuvo una presencia muy fuerte en la década de los 60 ´s en el arte conceptual. Él proponía la confrontación derivada de la unión de un mismo contenido con diversas formas de lenguaje, presentando así un objeto, la fotografía de este y la definición escrita del objeto (“uno y tres martillos”, 1965 o “una y tres sillas” 1966). Hacía entre ver el problema de las reglas de representación, el cuestionamiento sobre el sentido del uso de un solo código y ponía mayor énfasis sobre la propia estructura del lenguaje que sobre los contenidos que en ellas se podían adherir. Es un planteamiento donde se cuestiona la idea de la propia creación del objeto artístico y le da mayor importancia a la dimensión conceptual.
Manolo ciertamente juega con estas dos dimensiones: la parte conceptual de la pieza y la creación de la pintura como objeto. En la primera está el cuestionamiento de la “realidad” y la representación de esta realidad a partir de tres maneras diferentes: las flores mismas en el frasco de cristal, las flores gráficas y pictóricas y las palabras “flor” en diferentes idiomas. La pieza nos pregunta ¿de qué flores nos habla?, o mejor dicho ¿cómo construimos y entendemos el mundo: objetualmente (el mundo físico tangible y comprobable), a partir de la representación (la parte ilusoria o virtual), o por un modelo lingüístico (a través de la palabra ya sea hablada o escrita)? Pienso que está pieza juega y cuestiona los modelos mentales de la construcción de la realidad. Convencionalmente podríamos decir que las flores y el frasco de vidrio serían la realidad, entendida esta como lo tangible y medible, pero también a nivel mental existe la construcción de las ideas, reflexiones e intenciones que dan origen a la construcción material de los objetos artístico y que en si, por el hecho de ser objetos, también entran en esta dimensión de realidad física y este nuevo objeto a su vez da pie a generar otros cuestionamientos, ideas y sensaciones y así puede convertirse en un ciclo continuo de varias realidades en una sola.
Por la parte de la creación de la pintura como objeto, Flores para Kosuth, es muy diversa. En primer lugar está hecha con distintos materiales: grafito, óleo, tela, pirograbado, transferencia de la imagen fotográfica con tóner de fotocopia, tarimas de madera, flores muertas y un envase de cristal transparente. Es un ensamblaje interdisciplinario entre lo pictórico, lo gráfico, lo fotográfico y lo objetual. En segundo lugar el soporte general son las cuatro tarimas de madera “cruda” de 100 x 50 cm cada una acomodadas unas sobre otras en forma horizontal y vertical generando diferentes profundidades físicas y una estructura compositiva cuadrada, es decir los cuadrados dentro del formato cuadrado, y obteniendo así la escala general de 150 cm por lado. El tercer punto es la tabla de 50 x 50 cm que está en el centro de la pieza y que tiene una pequeña repisa que sostiene el envase de cristal con las flores muertas (disecadas con baños de mowilith). En dos esquinas están montados los bastidores entelados que tienen las pinturas de las flores (matéricas y gestuales) y en las otras dos las flores están pirograbadas sobre la misma tarima. En la parte central superior e inferior está la palabra “flor” repetida muchas veces. Finalmente todos estos elementos mencionados tienen una factura y un terminado inacabado y crudo, pero en su conjunto, ensamblado y en el contexto de espacio de exposición se transforma en otra realidad, en una donde la pintura se muestra mucho más cocida y acabada.

Estos son los tres contextos con los que asocio las realidades del autor, el lugar y la pieza, que a fin de cuentas es una sola, con diferentes caras y posiciones, pero una misma: la de las “Flores para Kosuth”.

Fernando Aranda González
febrero del 2010







“Un martillo tres martillos” Joseph Kosuth “Flores para Joseph Kosuth” Manuel Garibay

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