jueves, 26 de agosto de 2010

UN RECORRIDO Y LA BÚSQUEDA DE NUEVOS CAMINOS.

Mi exploración dentro del campo de la pintura abstracta dio inicio hace aproximadamente cinco años. Hasta ése momento el lenguaje a través del cual había estado desarrollando mi trabajo se mantenía dentro de la figuración, concretamente de personajes cuyas actitudes aludían a acciones que se desarrollan fuera de la vista de la mayoría de las personas.

Así, en aquellas pinturas aparecían escenas situadas en lugares con cierta sordidez: baños públicos, cuartos de hotel, etc. Sin embargo la temática y el hecho de atenerme a componer el cuadro en base a determinadas figuras, en éste caso, personas en interiores poco a poco fueron transformando mi actividad pictórica en un ejercicio que consideré demasiado complejo e insatisfactorio. Además, cada cuadro establecía un contexto narrativo individual que poco tenía que ver con el siguiente cuadro; dicha producción nunca pudo ser considerada como una serie, pues a pesar de que existían elementos similares entre uno y otro cuadro, ninguno de entre toda la producción se sentía integrado como un conjunto. Así, me vi en la necesidad de detenerme y considerar explorar otros lenguajes que le proporcionaran mayor libertad a mi trabajo.

La exploración dentro de un lenguaje abstracto comenzó a partir de la construcción del cuadro únicamente en base a procesos técnicos, así como armonías y analogías del color en un intento por comprender de que manera funcionaba un cuadro sin tener como referencia a una figura. Al mismo tiempo se inició un análisis de autores como Zao Wou-Ki y Lilia Carrillo, con la finalidad de conocer la manera en cada uno utilizaba diferentes técnicas y recursos plásticos. Empero, la referencia al cuerpo humano, de gran interés en mí siguió muy presente y de ésta forma fue gestándose un corpus de obra dentro del cual se integraba el cuerpo a una composición abstracta. Quizá esto se debió a una especie de temor a abandonar completamente alguna referencia figurativa que me permitiera asirme para construir el cuadro y a un afán de no desprenderme de la figura del cuerpo, la cual considero que constituye una serie infinita de lenguajes y códigos a través de su forma, su color, sus texturas y los cambios que experimenta con el paso del tiempo.

Dicho proceso, mismo que duró aproximadamente unos dos años, fue sumamente enriquecedor pues además de lograr la integración anteriormente mencionada, las composiciones pictóricas poco a poco fueron abriéndose más y decantándose hacia problemáticas espaciales y de simbología de color, dentro de un contexto de erotismo muy ingenuo o disfrazado. Esto me parece de suma importancia pues así logré comprender que es lo que mi pintura necesita en términos formales y conceptuales:

  • Trabajar con el espacio
  • Dejar que el cuadro hable por si mismo y no por contener un discurso narrativo.
  • Para que el cuadro pueda hablar, no es necesario cubrir la totalidad de la superficie del lienzo pues el mismo blanco de la tela tiene un lenguaje propio que necesita hacerse presente.
  • Integrar el dibujo a la pintura, pues considero que ambas disciplinas son capaces de coexistir dentro de una misma superficie, potenciando las cualidades de ambas a través de su interacción.

Para mi el lenguaje abstracto representa la posibilidad de que la obra continúe más allá del momento en el artista la considera finalizada. Además, también creo que ofrece al espectador, incluso al artista mismo a realizar un análisis más crítico por el hecho de invitarlo a que él mismo complete el cuadro y lo haga suyo.

La abstracción me permitió expandir mis horizontes en cuanto a posibilidades, además de significar un reto enorme para lograr imbuir un cuadro de todos aquellos elementos discursivos y emocionales que me interesan. Creo perfectamente válido que el pintor deje algo de sí, algo de su espíritu en cada una de sus obras. Para mi, también representa la posibilidad de atestiguar lo que sucede en mi entorno, de interactuar y comunicarme con él. Ahora bien, tampoco busco establecer un diálogo con todos y cada uno de los seres que se encuentran a mi alrededor. Quizá pueda existir personas con las cuales puedo establecer una comunicación mediante mi obra, pero si dicha comunicación no se logra con otras tantas, no es algo que me incomode o me preocupe. Creo que uno de los aspectos más interesantes de la pintura, por no decir mágicos, es aquel que invita al espectador a descifrar que hay más allá de la piel del cuadro; si ése misterio que provoca curiosidad por querer saber más llega a romperse y hace accesible la obra a todo el mundo, también demerita el espíritu de la misma, la hace un objeto burdo.

Por ello elegí mover mi pintura hacia los viajes y dentro de los viajes hacia el paisaje y fenómenos específicos que ocurren dentro de él. Ahora he entendido que la pintura conlleva un proceso específico en cada persona y que en mi caso debe ser un proceso lento, un proceso que lleve a la reflexión y a la compresión del hecho de viajar. Es cierto que en el viaje el destino no es lo que realmente importa, sino el trayecto que se hace y las experiencias que éste deja.

Lo que ahora intento hacer con ésta temática es lograr una obra muy personal, no porque la pintura en sí no lo sea, sino por que para que en mis obras aparezca aquello que yo aprehendí a través de los sentidos significa un camino de autoexploración. Si al final, alguien no llega a comprenderlo realmente no importa, si yo lo comprendo y lo veo, habré cumplido ése objetivo.

Por estos motivos me gustaría continuar este semestre con una producción pictórica más pensada, planeada con cuidado.

De ella se desprendería un libro de artista, mediante el cual pretendo verter todo aquello que entiendo como viaje y que parte de los recorridos que he hecho. Al mismo tiempo, quiero recurrir al aumento de tamaño en los formatos y al énfasis de transmisión de contenidos con un mínimo de recursos pictóricos, además de retomar el camino del dibujo-pintura.

Así, los objetivos de los próximos semestre serán:

  • Elaborar un libro de artista a partir de mis experiencias de viaje.
  • Aumentar la escala de formatos entre 150 y 170 cm.
  • Realizar 4 obras durante el semestre.
  • Explorar las posibilidades compositivas del formato cuadrado.
  • Minimizar recursos pictóricos al momento de realizar la obra.
  • Considerar el blanco de la tela como otro elemento compositivo y discursivo dentro de mi producción.
  • Explorar una manera de abordar la abstracción diferente a cómo había estado trabajándola dentro de mi obra.
  • Retomar el dibujo e integrarlo a la producción que pretendo desarrollar.
Victor Serrano Orozco. Maestría en Artes Visuales. 26/08/2010.

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