Dentro de la exposición colectiva El tiempo de la Pintura que se exhibe actualmente en la Galería Luis Nishizawa de la ENAP, pueden apreciarse tres cuadros, que son parte de una misma serie, de la artista Silvia Andrade Guzmán en los que utiliza al mapa como motivo para hablarnos acerca de los recorridos de la memoria. Es una de estas piezas la que llama particularmente mi atención. Para tal, Silvia ha escogido representar un mapa de corrientes marinas en el que aparecen secciones individuales de color que a manera de pequeñas porciones de tierra rodean un gran espacio de color rosa en el que van y vienen las lineas que circulan dentro del mapa. Hay una parte de la pintura en la cual las lineas se desvían y circunscriben una zona que ha quedado al parecer vacía y en la que sólo se puede ver la leyenda que da también título a la obra: Insufficient Data.
Me parece considerar el valor de esta pieza en dos sentidos importantes y a los que debe su fuerza y misterio. El primero es la forma tan extraordinariamente poética con que ha escogido referirse a aquellos lugares de la memoria en que la esencia de los recuerdos ya no puede se traída al plano consciente desde la profundidad de nuestro ser. Nos indica que no hay un sentido progresivo del recuerdo, no hay certezas -tierra que pisar-, sino un vaivén, un ir y venir en un mar de vivencias en el que algunas han sido ya veladas. Intentamos llegar a ellas, asirlas nuevamente pero faltan datos. En esta pintura una de las reminiscencias con que la artista cuenta todavía es el color rosa de la base, que se extiende en la mayor parte de la superficie pictórica, y que alude a una sensibilidad delicada e inocente.
El segundo punto es en el que se reflexiona en que la aparente carencia de información imposibilita cualquier intento por encontrar una secuencia narrativa en la obra. El recorrido de la memoria se ve interrumpido al igual que las relaciones entre los elementos dentro de la pintura. Se vuelve una ruptura tan contundente que Silvia no la insinúa por medio de un símbolo que atenúe su gravedad, al contrario, ha recurrido a la fuerza y decisión de la palabra escrita para señalarlo.
Es posible encontrar casi en cualquier imagen visual la información suficiente que nos permita revelar su significado o contenido, incluso un silencio visual o un espacio vació dentro de algunas representaciones, como en el arte japonés por ejemplo, se vuelven piezas fundamentales en la concepción de una obra y por consiguiente sustanciales para su interpretación. Sin embargo, en este caso, el espacio vacío no vincula los contenidos-memorias- de la pintura, sino que es una discontinuidad entre los significados y los elementos formales que nos advierte una duda que sólo puede ser descrita o señalada a través de la imagen cartográfica. Territorios conocidos, caminos transitados pero no poseídos, algunos ya olvidados.
Silvia Andrade presenta un trabajo sumamente enigmático e innovador ya que logra equiparar un discurso que ha detenido su continuidad en la memoria a una estructura compositiva dentro de la pintura que rompe con cualquier lectura tradicional y narrativa, planteando así una nueva forma de trazar la experiencia a partir del lenguaje pictórico.
Cass: me gustó mucho.Incluso hay cosas atinadas que no tenía concientes hasta ahora. jijiji. como algo que yo había pensado pero no había verbalizado y entonces lo dijiste tú.
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