martes, 23 de febrero de 2010

INSUFFICIENT DATA



Dentro de la exposición colectiva El tiempo de la Pintura que se exhibe actualmente en la Galería Luis  Nishizawa de la ENAP,  pueden apreciarse tres cuadros, que son parte de una  misma serie,  de la artista Silvia Andrade Guzmán  en los que  utiliza al mapa como motivo para hablarnos acerca de los  recorridos de la memoria.  Es una de estas piezas la que llama particularmente mi atención. Para tal, Silvia  ha escogido representar un mapa de corrientes marinas en el que aparecen  secciones individuales de color que a manera de pequeñas porciones de tierra  rodean un gran espacio de color  rosa en el que van y vienen  las lineas que circulan dentro del mapa. Hay  una parte de la pintura en la cual las lineas se desvían  y circunscriben  una zona  que ha quedado al parecer vacía y en la que sólo se puede ver  la  leyenda que da también título a la obra: Insufficient Data. 


Me parece considerar el valor de esta pieza en dos sentidos importantes y a los que debe su fuerza y misterio. El primero es la forma tan extraordinariamente poética  con que  ha escogido referirse a  aquellos lugares de la memoria en que la esencia de los  recuerdos ya no puede se traída al plano consciente  desde la profundidad de nuestro ser. Nos indica que no hay  un sentido progresivo del recuerdo, no hay certezas -tierra que pisar-, sino un vaivén, un ir y venir  en un mar de vivencias en el que algunas han sido  ya  veladas. Intentamos llegar a ellas, asirlas nuevamente  pero faltan datos. En esta pintura una de las reminiscencias  con que la artista cuenta todavía es  el color  rosa de la   base,  que se extiende  en la mayor parte   de la superficie pictórica,  y que alude a una sensibilidad delicada e inocente.


El segundo punto es en el que se reflexiona en que la  aparente  carencia de información imposibilita cualquier intento por encontrar una secuencia narrativa en la obra. El recorrido de la memoria se ve  interrumpido  al igual que las relaciones entre los elementos  dentro de la pintura. Se vuelve una ruptura tan contundente que  Silvia no la insinúa por medio de un símbolo que atenúe su gravedad, al contrario, ha recurrido a la fuerza y decisión de la  palabra escrita para señalarlo. 

Es posible encontrar casi en cualquier imagen  visual la información suficiente  que nos permita  revelar su significado o contenido,  incluso un silencio  visual o un espacio vació dentro de algunas representaciones, como en el arte japonés por ejemplo, se vuelven piezas fundamentales  en la concepción de una obra  y por consiguiente sustanciales para su interpretación. Sin embargo, en este caso, el  espacio  vacío no  vincula los contenidos-memorias- de la pintura, sino que es una discontinuidad entre los significados y los elementos formales  que   nos advierte una duda que sólo puede ser  descrita o señalada a través de la imagen  cartográfica. Territorios conocidos, caminos transitados pero no poseídos, algunos ya olvidados.


Silvia Andrade presenta un trabajo sumamente enigmático e innovador ya que logra equiparar un  discurso que ha detenido su continuidad en la memoria a una estructura compositiva dentro de la pintura que rompe con cualquier lectura tradicional y narrativa, planteando así una nueva forma de trazar la experiencia a partir del lenguaje pictórico.






1 comentario:

  1. Cass: me gustó mucho.Incluso hay cosas atinadas que no tenía concientes hasta ahora. jijiji. como algo que yo había pensado pero no había verbalizado y entonces lo dijiste tú.

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