LOS TIEMPOS DEL TRIUNFO DE LA ESTÉTICA: reflexiones y notas sobre la lectura.
Mauricio Zárate, alumno del Taller de Experimentación Plástica I -Pintura-, Maestría en Artes Visuales.
UNO
En este capítulo, Yves Michaud nos brinda un panorama resumido acerca del nacimiento de la estética y de como se ha avanzado en sus aspectos formales desde su aparición como disciplina independiente de la Filosofía -gracias a Baumgarten-, hasta las concepciones y apreciaciones más recientes formuladas por los críticos de arte Clement Greenberg y Danto.
El arte es estudiado a partir del siglo XVIII a la fecha, con la idea de que «el valor estético de un objeto está en su capacidad de ofrecer experiencias vivas».(p.137) Este abordaje de la estética sigue vigente y es aplicado en a búsqueda del entendimiento y la comprensión de la obra de arte contemporánea.
El filósofo estadounidense Monroe Curtis Beardsley fue quien estableció en 1982, en su artículo Some persistent Isues in Aesthetics, cinco de los rasgos que configuran la “experiencia estética”:
-concentración de atención sobre el objeto
-liberación en relación con las preocupaciones
-distanciamiento
-desplazamiento o metaforización del afecto
-implicación activa en el descubrimiento del objeto
-sentimientos de integración de la experiencia
Todos en conjunto, nos brindan un acercamiento a cierto tipo de experiencias que nos dicen cómo se produce en nuestro interior, una sensación particular, que nos ayuda a la concreción de un concepto artístico.
DOS
Como artistas, pienso que debemos dedicar un espacio al estudio estético, aunque no lleguemos a una profundización minuciosa, que por naturaleza correspondería a los especialistas dedicados a la crítica y teoría del arte.
Este conocimiento nos sirve para la reflexión sobre nuestro quehacer artístico, para definir parámetros y fijar posturas. La estética es una parte fundamental en la investigación del arte y sirve de soporte para nuestros proyectos y propuestas que se ven orilladas a la fundamentación, en respuesta a necesidades por parte de un público que desea conocer los porqués de nuestra creación plástica.
Para nosotros mismos significa la posibilidad de un auto-entendimiento, una guía que nos auxilie al momento de hacernos los cuestionamientos que ponen en tela de juicio nuestra actividad y nuestro trabajo en diversos niveles, tanto en sus orígenes o etapas germinales, como en su temática.
Cuando el artista aborda un tema, de alguna manera se encuentra teorizando sobre “algo”.
El texto de Michaud, es una muy acertada introducción a lo que el llama “el triunfo de la estética”, como única herramienta de comprensión del objeto artístico, en una crisis de “identidad” del mismo en una sociedad de consumo, masificada, que lidia peligrosamente con la fugacidad e hiper-producción de imágenes.
TRES
En el texto de Yves Michaud se incluye una fotografía de la instalación Vaporización de Teresa Margolles. Llama la atención, que en el contexto teórico de Michaud, que propone al arte en un “estado gaseoso” se incluya una “pieza” que no podría ser menos alusiva.
La intrusión del espectador, como un “turista accidental” en medio de una neblina espesa, producto de la vaporización del agua utilizada en el lavado para cadáveres -procedente del servicio médico forense de la ciudad de México-, es una manifestación casi intangible de ese momento en que «lo muerto captura lo vivo» (Medina, Cuauhtémoc., Espectralidad Materialista: fenomenología de lo muerto, p. 16) e ilustra de manera elocuente, cómo puede prescindirse de un objeto “terrible” como el cadáver y provocar en el público una sensación de horror y vacío, con base en el conocimiento de la procedencia de la neblina y lo que ésta significa.
Aunque en las primeras obras de Margolles nos encontramos con la presencia de “objetos” claramente sumergidos en una estética partidaria de lo grotesco, con el tiempo sus obras se han depurado de toda la “obviedad” y a pesar de ello, nos sigue causando cierto tipo de experiencia, de temblor existencial.
Quizá esta sea el tipo de experiencia que se traduce en la teoría del arte como “experiencia estética”. Un tipo de vivencia que no requiere de la obviedad tanatológica (cadáveres, desmembramientos, sangre) para causar en el espectador una reflexión sobre la tragedia, lo horrible y todo lo que pertenece a ese abismo oscuro que guarda significados y relaciones con un mundo moderno violento e indiferente a la muerte.
La “experiencia estética” en esta obra solo puede comprenderse en el sentido de su montaje. Después de caminar “dentro” del montaje de Margolles, lo único que nos llevamos a casa es esa sensación de olor a muerte, de “suciedad” que debe ser removida de nuestra piel y nuestra ropa lo antes posible: de lavado, purificación, extracción de la culpa. No queremos que nos toque la muerte tan de cerca, tan invasiva y repentina. No inhalar el vapor de esa agua que sirve al lavado al cuerpo humano muerto, resulta imposible. Inevitablemente la muerte nos hace suyos, nos permite tener una idea sobre la “experiencia mortuoria”.
En las instalaciones de Margolles se intuye, se descifra. Es una amalgama de “experiencias” que sin las sensaciones preceptúales de las que se vale la estética –como los «sentimientos de integración de la experiencia»-, resultarían mudas, vanas: permaneceríamos en la feliz indiferencia.
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